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Artículo

23 Sep 2021

Autor:
Humberto Cantú Rivera, Director of the Human Rights and Business Institute at University of Monterrey (Mexico)

En memoria de John G. Ruggie: Homenaje de Humberto Cantú Rivera

Humberto Cantú Rivera

Dejaré que mi corazón impulse mi compromiso con los derechos humanos. Pero necesitaré mi cabeza para dirigir el corazón a través del difícil terreno global por el que viajamos.

John G. Ruggie, Just Business: Las empresas multinacionales y los derechos humanos

Me reuní con John Ruggie exactamente dos veces: el 3 de diciembre de 2012 y el 2 de diciembre de 2014. La primera vez que lo hice, acababa de terminar la sesión inaugural del primer Foro de la ONU sobre Empresas y Derechos Humanos, y mientras la sala se iba vaciando (imagínense mil personas saliendo del Salón de Actos de la Asamblea General de la ONU), me acerqué a él para hacerle un par de preguntas (una de ellas era si podíamos hacernos una foto juntos). Como joven estudiante de doctorado, por supuesto, conocer al arquitecto de los Principios Rectores de la ONU era una oportunidad imperdible. Fue increíblemente amable, me preguntó de dónde era y me deseó suerte en mi doctorado. Estaba escuchando una mesa redonda en la sala XX sobre el papel de las organizaciones internacionales y regionales en la intensificación de la acción en materia de empresas y derechos humanos y, como recordará cualquiera que haya asistido al Foro, en algún momento hay que estirar las piernas. Me levanté y me dirigí al fondo de la sala. Estaba escuchando a los ponentes cuando, de repente, miré a mi alrededor y me sorprendió especialmente darme cuenta de que estaba de pie junto a mí. Me quedé paralizado (¡claro que no esperaba verle allí!) y también me alegré mucho porque hace unas semanas caminé unas 70 calles para comprar el único ejemplar que quedaba de su libro en Barnes & Noble en NYC. Le saludé y, casualmente, tenía ese ejemplar conmigo, así que me lo firmó. Me preguntó por mi doctorado y qué pensaba del panel, y mantuvimos una breve conversación sobre la necesidad de involucrar a las organizaciones regionales -especialmente a la OEA- para impulsar realmente la agenda.

Aunque mis interacciones personales con él fueron especialmente limitadas (más allá de escucharle hablar durante el Foro, a través de intercambios de correos electrónicos y, más recientemente, en seminarios web), algo que inspiró -en mí y en muchas otras personas- fue la comprensión de la necesidad de actuar, no sólo de hacer declaraciones. Esto es algo que puede percibirse fácilmente más allá de los PR-ONU -desde sus primeros escritos sobre el Nuevo Orden Económico Internacional hasta sus publicaciones más recientes sobre el proceso de los tratados en curso-. Pero también es lo que hace que los PR-ONU sean tan especiales: son una hoja de ruta de lo que hay que abordar para promover el cambio, tanto por parte de los Estados como de las empresas, y no sólo una declaración de cuáles son los derechos y las obligaciones. Eso es también lo que los hace tan relevantes: a pesar de ser tan concisos, han hecho que las diferentes partes interesadas hablen entre sí y traten de encontrar soluciones comunes a la compleja tarea de proteger los derechos humanos en el contexto de las actividades económicas. El suyo era un enfoque muy pragmático -como ya han expresado muchos en los últimos días-, le gustaba la acción y era capaz de conseguir que las diferentes partes interesadas se pusieran en marcha.

Sin embargo, quizá su mayor y más poderoso legado sea siempre la necesidad de comunicación, comprensión y toma de decisiones basada en pruebas. Son elementos básicos no sólo para las empresas y los derechos humanos, sino para la convivencia social. Al impulsar esos elementos e insistir en su relevancia, ya consiguió hacer aquello de lo que a menudo hablaba y escribía: generar el cambio donde más importa, en la vida cotidiana de las personas.

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