En el mundo altamente interdependiente de hoy en día, las decisiones de los Estados a menudo tienen efectos más allá de sus propias fronteras nacionales. Estas decisiones pueden afectar al disfrute de los derechos humanos en otros países. A través de sus políticas y prácticas nacionales y exteriores, así como de las normas y estándares internacionales que promueven, los Estados, por separado y conjuntamente, dan forma al entorno jurídico, político y económico internacional en el que operan otros Estados…Al dar forma al entorno internacional, también influyen en el espacio normativo, en la voluntad política y en las capacidades de otros Estados para cumplir sus obligaciones en materia de derechos humanos. Esto puede realizarse de una manera propicia para la realización universal de los derechos humanos, por ejemplo, alentando normas internacionales que mejoren la protección medioambiental o las condiciones laborales. No obstante, también puede crear restricciones o desincentivos que obstaculicen a otros Estados en la aplicación de medidas para proteger y realizar los derechos humanos. Dos ejemplos de esto son el caso de las medidas de austeridad que requieren recortes en los gastos sociales (véase el Estudio de caso 2.2), o el de las normas de protección de inversiones internacionales que pueden disuadir a los Estados de adoptar medidas reglamentarias (véase el Estudio de caso 1.2).